martes, 12 de agosto de 2014

UN MONTÓN DE ARBOLES NO ES UN BOSQUE

La restauración forestal se ha basado tradicionalmente en dos enfoques contrapuestos. Uno es la colonización natural de matas, arbustos y árboles, la llamada sucesión secundaria o restauración pasiva. El otro consiste en establecer de forma artificial estas plantas, lo que se conoce como restauración activa. La regeneración natural restaura más superficie y a menor coste que las plantaciones forestales. Aunque en muchos ambientes templados-húmedos y tropicales la cubierta forestal se recupera rápidamente si el suelo no ha sido muy degradado, la restauración pasiva es generalmente lenta en ambientes poco productivos como el mediterráneo.

Tres son los factores que restan velocidad a la regeneración natural. En primer lugar, la dispersión limitada, debido a que las fuentes de propágulos están lejos y los vectores implicados son raros. En segundo lugar hay que contar con las limitaciones abióticas, como, por ejemplo, una baja disponibilidad de agua para las plantas. Y, por último, también influyen las limitaciones bióticas, tales como la competencia con las hierbas. Aunque, en efecto, las hierbas forman parte de la sucesión vegetal y de la restauración pasiva, si proliferan en exceso compiten por los recursos con las plántulas de las especies leñosas y, por lo tanto, les resulta más difícil establecerse. En otras palabras, el curso de la sucesión hacia la vegetación madura es más lento.

La restauración activa implica técnicas de manejo tales como plantaciones, siembras, eliminación de hierbas, quemas, protección frente a los herbívoros, clareos y riegos, entre otras muchas. El objetivo es conseguir una composición y una estructura particular de especies forestales. Estos métodos son preferibles cuando la restauración pasiva es muy lenta o implica riesgos y son muy utilizados tanto en plantaciones comerciales como en sistemas agroforestales.   (revista quercus: 2008/09/01 Islotes Forestales en Terrenos de Cultivo)

Ni abandonar el monte a su suerte, ni realizar una repoblación brutal.

En la naturaleza se producen millones de semillas cada año, si bien muy pocas llegan a su destino final, que es la instalación de una planta adulta.
Para este propósito son necesarios varios factores, tres de ellos fundamentales, el primero, evidentemente la semilla, que se dispone de forma natural muchas de las veces.
El segundo, un buen lugar donde instalarse, hecho que queda al azar o al instinto natural de los animales dispersores de semillas, y por último unas condiciones climáticas favorables en el periodo de establecimiento de la planta.
Esta última quizás sea el factor más decisivo en la naturaleza por cuanto hay estudios que establecen un periodo de retorno al respecto, fácilmente comprobable al observar nuestros bosques, y como casi todas las plantas de regeneración natural parecen coetáneas unas con otras, por escalones de edad, correspondiente a "añadas"  buenas en las que las condiciones climáticas han permitido la supervivencia de muchos árboles cada cierto tiempo.

Es por ello que el dejar a su suerte la naturaleza es una empresa de siglos, por lo que se debe actuar para reducir estos periodos de retorno, y de forma similar a la naturaleza, COLABORAR con ella, disponiendo semilla donde no las hay, buscándole lugares adecuados para su implantación, y cuidando a los árboles en las primeras etapas cuando son más vulnerables, para asegurar su supervivencia.

Un montón de árboles no es un bosque.
No es lo mismo una masa de árboles, por grande que sea, que un bosque. Lo que pretendemos hacer es regeneración del paisaje natural, no un cultivo de árboles, aunque sean silvestres. Regenerar un ecosistema es ayudar a un territorio a que recupere su cubierta vegetal natural con su fauna acompañante, posibilitando que se restablezcan la mayor cantidad posible de relaciones ecológicas.






Cuestión De Escala
Quien mucho abarca, poco aprieta, es evidente que no nos podemos plantear una acción a gran escala, por cuestión de medios, por tiempo, por logica, y es que se trata más de calidad que de cantidad.

Se trata pues de echar una mano a la naturaleza, allanarle el camino, hacer las veces de ratón que entierra una semilla y de nube que la baña con lluvia.

Se trata de Crear pequeños islotes forestales, pequeños bosquetes de especies "interesantes" , puntos de interés mimados que funcionen de núcleos de generación y dispersión de semillas, ya de forma natural.

De ahí la necesidad de cuidar las plantas, de mimarlas y protegerlas, para lo más rápidamente posible hacer que empiecen a caminar solas, a generar y dispersar semillas.


2 comentarios:

  1. Muy interesante esa dualidad entre regeneración natural y reforestación por nuestra parte. Lo ideal sería que la naturaleza hiciera la mayor parte del trabajo pues ha demostrado con creces su capacidad regeneradora. El problema es, como bién reflejas, que en nuestra zona la restauración natural es muy lenta (de siglos incluso) y no tendríamos paciencia para esperar y que sean nuestros lejanos descendientes quienes disfruten del verde mientras nosotros padecemos el secarral. Por eso la restauración por nuestra parte que ayude a la naturaleza y acelere de alguna forma el proceso.

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    1. Ese debería ser el camino Javier, echarle una mano a la naturaleza para agilizar su trabajo.Un saludo

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